Un Programa Educativo de Fundación Gabriel & Mary Mustakis Realizado por Escuela de Pedagogía Universidad de los Andes
Autoras: Alejandra Eyzaguirre, Mercedes Hurtado, Verónica Merino, Pelusa Orellana, Magdalena Vial.
Editorial Cuatro Vientos
2003, Santiago, Chile
Resumen del
"Manual para Seminarios Socráticos"
Conócete a ti mismo, solía decir Sócrates hace más de 2.400 años, cuando, sin guías metodológicas, mallas curriculares ni título de profesor, se paseaba por las calles atenienses rodeado de jóvenes en quienes buscaba despertar el asombro ante la verdad. Y el conocerse a sí mismo era el fruto de aquella profunda reflexión, del crecimiento que se iba produciendo mediante preguntas esenciales acerca de la vida, la verdad, el bien y la belleza. Sócrates era un maestro poco convencional, y esta metodología hizo que lo declararan culpable de corromper a la juventud, llevándolo finalmente a morir envenenado.
Sin embargo, además de sus enseñanzas en el campo de la filosofía, esta metodología, conocida como la mayéutica, traspasó los siglos y se instauró formalmente en la educación universitaria en diversas épocas, y particularmente a comienzos del siglo XX. Los primeros Seminarios Socráticos se realizaron entre los años 1910 y 1940 en algunas universidades norteamericanas como Columbia, Virginia y Chicago. Profesores como Robert Hutchins, John Erskine y Scott Buchanan implementaron esta práctica al interior de sus cátedras, principalmente para la discusión de textos en distintas áreas del conocimiento.
A partir de estas experiencias se crearon también organizaciones como la Fundación Grandes Libros, que promovieron la difusión de textos clásicos adecuados para la aplicación de la Metodología Socrática. Hasta el día de hoy esta agrupación desarrolla programas educacionales que fomentan el diálogo intelectual a partir de textos de calidad, e intenta rescatar la lectura de los clásicos en la Educación Básica y Media. Junto con las selecciones de textos, incluyen sugerencias metodológicas para tratarlos en clase, formas de guiar la discusión, preguntas y estrategias que el profesor puede utilizar con los alumnos.
A comienzos de la década de los ochenta, un educador norteamericano llamado Mortimer Adler volvió al Cuestionamiento Socrático al proponerlo como uno de los tres pilares fundamentales del aprendizaje. En su Propuesta Paideia diseñó un programa curricular sustentado en tres grandes áreas: la enseñanza didáctica o instrucción formal, la ejercitación (tanto para manejar los contenidos como para dominar las habilidades), y la exploración y comprensión de las ideas y temas relacionados con el contenido, que denominó comprensión ampliada. Este tercer pilar constituye precisamente el uso del Método Socrático, con el fin de que los alumnos desarrollen las habilidades del pensamiento para alcanzar una más profunda y mayor comprensión de las ideas.
Dentro de lo que la propuesta Paideia denomina las Tres Columnas de Enseñanza, el tiempo destinado a los seminarios es de entre un 15 y 20% del tiempo total de enseñanza al que está expuesto el niño, concentrándose entre un 60 y 70% en el desarrollo de habilidades intelectuales. Sin embargo, el seminario en sí es considerado la principal didáctica de enseñanza, por involucrar de manera tan activa a los alumnos en su propio aprendizaje.
Esta propuesta constituyó la respuesta de un grupo de educadores a la preocupación manifestada por el gobierno norteamericano ante los débiles resultados de la educación en los Estados Unidos, y que el presidente George Bush presentó en el conocido informe A Nation at Risk a comienzos de los ochenta. Dicho informe inició un profundo debate respecto a la calidad de la educación pública norteamericana y reflejó, entre otras cosas, la débil comprensión lectora de los estudiantes. Dentro de las ideas que el manifiesto de Adler plantea, se encuentran los siguientes principios:
1. Todos los alumnos pueden aprender.
2. Todos merecen la misma calidad de educación y, por lo tanto, no se trata sólo de proporcionar igual cantidad de horas de escolaridad, sino de asegurar que ésta sea buena en todos los sectores de la sociedad.
3. La educación debe ser entendida como la preparación para convertirse en una persona capaz de vivir dignamente, ser un buen ciudadano de su país y del mundo, y de ser autovalente en la vida.
4. La primera causa de un verdadero aprendizaje es la actividad de la mente del aprendiz, a veces con la ayuda del profesor como causa secundaria.
5. Los tres tipos de enseñanza que deben darse al interior de los colegios son la enseñanza didáctica, la ejercitación y el Cuestionamiento Socrático, con el fin de obtener: un conocimiento organizado, la formación de hábitos de habilidades en el uso del lenguaje y las matemáticas, y el crecimiento de la comprensión de ideas y aspectos básicos.
6. Tanto directores como educadores han de estar permanentemente involucrados de manera activa en el aprendizaje.
7. El deseo permanente de aprender ha de ser la motivación principal de quienes dedican su vida a enseñar.
La propuesta Paideia sólo se implementó a partir de los años noventa a nivel de educación pública, pero ha crecido enormemente, hasta llegar a formar un grupo que actualmente reúne a más de ochenta escuelas repartidas en unos diez estados.
Además, la Práctica Socrática continúa siendo utilizada en importantes universidades norteamericanas tanto a nivel de pre-grado como en programas de magíster y doctorado. En la actualidad existen centros Paideia en los que se capacita a profesores en la Universidad de North Carolina-Chapel Hill, y varios otros estados. Es conocida su utilización en escuelas de negocios de prestigiosas universidades como Harvard, en los Estados Unidos, y Navarra, en España.
De manera paralela, surgieron organizaciones tales como el Programa Touchstones, que continúa asesorando a educadores que utilizan el Diálogo Socrático para desarrollar habilidades intelectuales a partir de textos. Este programa se ha preocupado especialmente de seleccionar material de lectura adecuado para los Seminarios Socráticos.
Si bien desde una perspectiva pedagógica el Aula Socrática no constituye una novedad, se le ha considerado un aporte alineado con las teorías del aprendizaje significativo presentadas por David Perkins, Jerome Bruer y Frank Smith, entre otros, y adquiere un sentido poderoso ante los descubrimientos sobre cómo aprendemos que la neurociencia ha aplicado a la educación.
Los dos principales objetivos de los Seminarios Socráticos apuntan al desarrollo intelectual, que se da a través del pensamiento crítico, el análisis, síntesis y evaluación de ideas y conceptos, y el desarrollo de habilidades sociales que se da a partir del desarrollo de la capacidad de expresarse y de escuchar a los demás.
Una de las ideas más poderosas en Sócrates es que sólo a partir de la ignorancia es posible comenzar a buscar el conocimiento. En la Apología se cuenta que una vez visitó a un sabio eminente y que después de conversar con él, reflexionó: "Ciertamente yo soy más sabio que este hombre. Es muy probable que ninguno de nosotros tenga algún conocimiento del cual jactarse, pero él cree saber algo que no sabe, mientras que yo estoy muy consciente de mi ignorancia. En todo caso, parece que yo soy más sabio que él en este pequeño grado: que yo no creo saber lo que no sé". Aplicado a la pedagogía, Sócrates nos muestra cómo el alumno que es capaz de asombrarse ante su ignorancia da el primer paso hacia el conocimiento. Sólo así se puede alcanzar una vida mejor, y para Sócrates esta era la verdadera misión de su vida: examinar a diario la virtud, el mayor don que los hombres tienen.
Para Sócrates, el educador es semejante a la partera. Tomó este ejemplo de su propia madre, quien ejercía esta profesión (de ahí el término "mayéutica"). Su tarea es ayudar a los alumnos a sacar hacia fuera todas esas grandes ideas a través de preguntas, de la indagación constante, de la exploración de los conceptos, ideas o valores hasta encontrar la verdad. Al igual que su madre, él no engendraba el conocimiento, sólo ayudaba, a través de las preguntas, a que saliera a la luz.
Si lo propio del intelecto es la búsqueda de la verdad, y ésta se encuentra en las cosas, la tarea más importante del educador es precisamente ayudar a los alumnos a buscarla con interés, penetrando en el fondo de las ideas, desarrollando esa capacidad de asombro ante la realidad, analizando, entendiendo y reflexionando.
Este verdadero ejercicio intelectual constituye la razón de ser del hombre, aquello que lo define como único y racional. El hombre ha sido hecho para pensar desde sí mismo, y es precisamente a través del ejercicio de la filosofía que logramos hacerlo.
La principal responsabilidad de los educadores está, por tanto, en despertar el asombro en sus alumnos y de ahí gatillar la inquietud y el desafío por abordar la realidad circundante desde el pensamiento. Y el Aula Socrática, tan antigua y novedosa a la vez, surge como la forma más natural de hacerlo.
CARACTERÍSTICAS DE LA PRÁCTICA SOCRÁTICA
La Práctica Socrática consiste en la exploración profunda de las ideas mediante el diálogo, a partir de la lectura y análisis de un texto determinado. En palabras de Adler, "una forma de enseñar... mediante el uso de preguntas y la conducción de diálogo, ayudando a los alumnos a elevar sus mentes desde un estado de comprender o apreciar menos hacia un estado de comprender o apreciar más". La conversación se inicia y gira en torno a una pregunta central, conocida también como pregunta de apertura, y va generando a su vez nuevas preguntas y respuestas que eventualmente guían al alumno a descubrir nuevos conocimientos.
Las experiencias de Práctica Socrática en los Estados Unidos reflejan logros importantes. Un aspecto que llama la atención es que favorece un ambiente en el que no hay riesgo, temor a equivocarse, ni juicio, lo cual facilita el aprendizaje. Los alumnos adquieren una especie de sentido de pertenencia al ser ellos, sus opiniones y sus voces las que se van conformando, y así van generando mayores niveles de confianza en las propias capacidades. Se han observado mayores niveles de retención por parte de los alumnos cuando son ellos los responsables de generar las ideas. En metodologías tales como la Práctica Socrática, el aprendizaje cooperativo, las discusiones y trabajos grupales, el nivel de retención de los alumnos se alza entre el 50 y 90%, mientras que en una actividad meramente receptiva son capaces de retener entre un 5 y 20% solamente.
Lo que sustenta esta mayor capacidad de retención se resume en tres grandes ideas. En primer lugar, el Seminario Socrático contribuye a formar una comunidad de aprendices, en que cada miembro debe contribuir con algo al conocimiento general. Las comunidades son grupos más pequeños, donde el alumno se siente más cómodo para opinar pues no teme quedar en ridículo frente a sus compañeros. En una comunidad, además, el alumno percibe la responsabilidad y la necesidad de ser parte de ésta con sus ideas, generándose por tanto una actitud más proactiva ante sus tareas, pues de él también depende el aprendizaje de los demás.
En segundo lugar, el Seminario Socrático favorece la conexión entre los conocimientos previos --aquellas ideas, conceptos, imágenes y experiencias que los alumnos traen consigo-- y los nuevos aprendizajes. Esta conexión se da cuando el alumno es capaz de dar sentido mediante inferencias, tanto a lo que ya conoce como a aquello que está descubriendo. Por otro lado, al relacionar conocimientos recientemente adquiridos con experiencias vitales, se establece un vínculo emocional entre lo aprendido y aquello que el alumno trae, con lo cual la retención es aún mayor, pues uno recuerda mejor aquello que tiene un componente emocional.
En tercer lugar, la comunicación se ve favorecida en sus cuatro dominios. Los alumnos aprenden a leer mejor, a escucharse, a exponer sus puntos de vista de manera clara y coherente y a escribir usando la lógica y sustentando sus argumentos. Un aspecto importante que mencionar es que los seminarios favorecen mayormente las habilidades verbales: hablar y escuchar, que normalmente son las que menos se desarrollan en los curricula escolares.
Hay además estudios en los Estados Unidos que muestran cómo mejora el rendimiento de los alumnos en pruebas de aptitud cuando han experimentado la Práctica Socrática. Los resultados obtenidos en tests como el Watson-Glaser de Pensamiento Crítico reflejaron incrementos de hasta un 30% en alumnos de entre 6° y 8° Básico en 1996 en la Judson Montessori School, una escuela privada. En el condado de Guilford, North Carolina, las mediciones a través de pruebas estandarizadas mostraron incrementos significativos en lo que respecta a habilidades matemáticas y lingüísticas. Un seguimiento posterior a estos colegios demostró en una primera etapa los logros que se detallan a continuación:
1. Una mejor percepción de la calidad de los profesores por parte de los alumnos. Éstos comentaron que sus profesores explicaban mejor, se preocupaban de verificar que los alumnos hubieran comprendido la materia, los hacían pensar y enseñaban de maneras diversas.
2. Un mejor clima al interior de la sala de clases: menos tensión, menos pérdida de tiempo, mayor flexibilidad.
3. Un mejor autoconcepto por parte del alumno, sus capacidades y sus logros.
4. Mayores niveles de asertividad y seguridad, en especial en aquellos alumnos que conforman minorías al interior del curso, y que ya no se sentían discriminados.
5. Mejoras en las relaciones interpersonales, en la participación de los alumnos al interior de la escuela.
6. Una mejor percepción respecto de la claridad y consistencia de las reglas del colegio.
Hay experiencias exitosas del uso de Seminarios Socráticos en escuelas marginales y urbanas en comunidades de alto riesgo social en las que mediante el uso de esta técnica se han disminuido notoriamente las conductas delictivas, el abuso de drogas y alcohol y los alumnos han logrado reafirmar sus principios y resistirse a las presiones grupales de pandillas que normalmente causan conductas disruptivas. Al respecto, hay una experiencia interesante realizada en la Quirk Middle School, una escuela que implementó el programa en 1984. Este colegio se encuentra en el condado de Hartford, Connecticut, en un área rodeada por la droga, la cesantía y la pobreza. A pesar de ello, sustenta un verdadero récord de logros académicos, en el cual sus 300 alumnos estudian latín, lógica, filosofía, matemática, ciencia y retórica, y en el que la Metodología Socrática constituye un verdadero antídoto para el entorno del cual provienen los alumnos.
Fuente: cortesía de
Editorial Cuatro Vientos (Chile)
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